Se debe aprender a gestionar el agua para la agricultura, ya que es un recurso cuya disponibilidad es cada vez más incierta. Fenómenos como El Niño y La Niña han alterado los patrones climáticos, haciendo que la previsibilidad del agua necesaria para la siembra sea poco fiable. Puede haber exceso de agua en un momento y escasez en otro. Aunque actualmente hay suficiente agua, se duda que esta situación se mantenga en septiembre. Por ello, Pablo Mércuri, principal referente en agro-meteorología del INTA, recomienda su conservación.
Mércuri, director del Centro de Recursos Naturales del INTA, tiene una larga trayectoria en agro-meteorología, comenzada antes de que se hablara de El Niño y La Niña. El INTA, junto con su Instituto de Clima y Agua, fue pionero en la predicción climática estacional en los años 1996-1997, brindando información crucial al sector agropecuario para tomar mejores decisiones.
En una reciente entrevista durante el Congreso de Maizar, Mércuri explicó que la gestión del agua es esencial. Se debe conservar el agua en el suelo, gestionar adecuadamente las temperaturas y planificar el uso de la tierra. Aunque este año El Niño permitió una recarga de agua en el suelo, la próxima campaña dependerá de las prácticas de conservación de agua, como la siembra temprana de ciertos cultivos o la rápida siembra de cereales de invierno.
No hay una recomendación general, ya que depende de cada región y contexto. La gestión del agua incluye técnicas para asegurar que el agua infiltre correctamente, como trabajar con curvas de nivel en suelos con pendientes. Mantener los barbechos limpios y proteger el suelo son prácticas clave para conservar el agua y evitar su evaporación.
La probabilidad de un déficit de agua en primavera es alta, según los diagnósticos actuales. Se proyecta el inicio de una Niña, aunque la intensidad de su impacto es aún incierta. Mércuri destaca que no solo importa la ocurrencia del fenómeno, sino su intensidad. Aunque se espera que esta Niña no sea tan severa como las anteriores, es crucial adaptar las prácticas agronómicas, como la elección de fechas de siembra y la gestión de cultivos según su consumo de agua.
En resumen, es esencial cuidar y gestionar el agua disponible al inicio de la campaña agrícola, considerándola como un recurso vital similar a las reservas financieras de un productor.