Buenos Aires, Argentina – Una fragmentada pero masiva resistencia a las políticas del presidente Javier Milei confluyó este miércoles en el Congreso argentino. Mientras puertas adentro los bloques opositores lograban un triunfo legislativo al aprobar un aumento de las jubilaciones, una multitud heterogénea se manifestaba en las calles exigiendo el fin de los recortes estatales a áreas sensibles como educación, salud y ciencia. La movilización unificó a jubilados, docentes, científicos, médicos, personas con discapacidad, feministas, sindicatos y movimientos sociales en una jornada de reclamo conjunto.
Triunfo Opositor en Diputados y Advertencia de Veto Presidencial
La Cámara de Diputados aprobó con 142 votos positivos, 67 en contra y 19 abstenciones un aumento del 7,2% de las jubilaciones y la casi duplicación del bono complementario que reciben quienes cobran la pensión mínima. De ser refrendada por el Senado, donde el peronismo es la primera minoría, la normativa elevaría la jubilación mínima a cerca de 400 dólares.
Sin embargo, la medida tiene un futuro incierto. El presidente Milei la tildó de “demagogia populista” y advirtió que la vetará, al igual que cualquier otra ley que aumente el gasto estatal previsto por el Gobierno, por considerar que pone en riesgo el equilibrio fiscal. Ya el año pasado, Milei hizo valer su capacidad de veto en situaciones similares, y los legisladores son conscientes de su determinación a repetir la medida.
La cercanía de las elecciones legislativas del 26 de octubre añade incertidumbre al panorama. El Gobierno apuesta todas sus fichas a la economía y a la batalla contra la inflación. No obstante, los recortes al principal hospital pediátrico del país, el Garrahan, y los ataques oficiales contra un niño de 12 años con autismo, han generado nuevos límites marcados por la sociedad a la política de ajuste de Milei.
Presión Social y Reclamos Específicos
Tras los intentos de desprestigiar al Hospital Garrahan, el Gobierno ha cedido parcialmente al conceder un bono de 500.000 pesos (unos 400 dólares) mensuales para complementar el salario de los residentes. Sin embargo, estos han rechazado el incremento por insuficiente y mantienen las medidas de fuerza, a las que comienzan a sumarse colegas de otros hospitales. Milei, por su parte, mantiene los recortes en las prestaciones por discapacidad, aunque enfrenta una presión creciente para dar marcha atrás.
En las calles, los ánimos fluctuaban entre la esperanza y la indignación. La movilización fue muy grande, aunque inferior a las que tuvieron lugar en respuesta a la desfinanciación de la universidad pública en 2024 y a la que se organizó en febrero en repudio a los dichos homófobos de Milei en Davos.
Consignas como “Ni un derecho menos”, “No es ajuste, es abandono” y “Unámonos contra la crueldad” podían leerse en las banderas alrededor del Congreso. Miles de personas corearon consignas contra Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, a quien acusan de gobernar para los más privilegiados. Martín García, un vendedor desempleado de 64 años, expresó su frustración: “Caputo invita a sacar los dólares de debajo del colchón, pero yo estoy al borde de quedarme sin casa y sin colchón”.
Los jubilados fueron uno de los movimientos más visibles, sumándose a su protesta semanal contra la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Esta semana, estuvieron secundados por una multitud amplia y diversa. Los familiares de personas con discapacidad fueron los primeros en llegar, denunciando que la desregulación de los seguros de salud ha complicado el acceso a tratamientos vitales. Pidieron que se declare la emergencia en discapacidad. Miguel Ángel y Miriam, padres de una adolescente con acidemia metilmalónica, relataron cómo el Estado ha dejado de cubrir medicamentos cruciales.
Los movimientos feministas cerraron la marcha. Un día antes, el 3 de junio, se conmemoraron 10 años de Ni Una Menos, y los pañuelos verdes volvieron a las calles como una advertencia contra cualquier intento de prohibir el derecho de las mujeres a abortar.
