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martes, junio 17, 2025
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    Mientras el cuerpo de Cecilia estaba siendo incinerado, César estaba elaborando su coartada: la declaración de Obregón.

    Gustavo Obregón, la persona de confianza de Emerenciano Sena, proporcionó los detalles más impactantes de los acontecimientos del viernes 2 de junio. Estos incluían la frialdad de César Sena y la invitación al “pool” mientras se deshacían del cuerpo.

    Cecilia Strzyzwoski, de 28 años, fue vista por última vez con vida el 2 de junio, cuando entró a la casa de su pareja, César Sena. Según el Equipo Fiscal encargado de investigar su asesinato, entre las 12:13 y las 13:01 horas, “Emerenciano Sena, Marcela Acuña y César Sena procedieron a quitarle la vida a Cecilia”.

    El expediente al que Diario TAG tuvo acceso incorporaba casi 200 pruebas que llevarían a la Fiscalía a concluir que la joven fue asesinada en la casa ubicada en Santa María de Oro al 1460, en Resistencia. Según los fiscales, la familia Sena planificó el crimen, aunque aún se están investigando el motivo y la forma en que se llevó a cabo.

    Fue Gustavo Obregón, la persona de confianza de Emerenciano Sena, quien proporcionó los detalles más impactantes de los acontecimientos del viernes 2 de junio. En sus tres declaraciones ante los fiscales, en las que no se descarta la posibilidad de que haya mentido, Obregón describe la tranquilidad y la aparente normalidad de la familia Sena después del terrible crimen.

    Además, los testimonios de Obregón son consistentes con la hipótesis desarrollada por la Fiscalía.

    El 16 de junio, Gustavo Obregón declaró por primera vez, y sus palabras dieron lugar a una serie de búsquedas en el campo de la familia ubicado en una zona rural de Puerto Tirol, conocido como la “chanchería”.

    Aunque Obregón no pudo proporcionar detalles sobre el momento exacto del crimen, su participación comenzó en la tarde del 2 de junio, durante la eliminación de los restos de Cecilia.

    “Alrededor de las 17:00 horas, recibí un mensaje de Marcela Acuña en WhatsApp donde decía: ‘Ve a la casa, parece que hay un cuerpo y tengo miedo porque vi a César herido. Nosotros vamos a salir con Emerenciano, nos vamos al barrio'”, declaró Obregón el 16 de junio pasado.

    Siguiendo la orden directa de su líder, Obregón afirmó que se dirigió a la casa de los Sena y comenzó a buscar el cuerpo. Al llegar, entró en la casa y se encontró con una mujer que estaba planchando. Le preguntó si había visto algo extraño, pero al recibir una negativa como respuesta, continuó su camino.

    “Estoy partiendo, observo hacia atrás, hacia el fondo; buscaba en todas partes e imaginaba numerosas posibilidades debido a lo que Marcela me había mencionado acerca de este cuerpo”, explicó al equipo de fiscales. También mencionó que revisaba las habitaciones de la planta baja de la casa a oscuras, usando la linterna de su teléfono celular.

    En un momento determinado, mientras buscaba en una de las habitaciones, Obregón se encontró con la peor escena. “Pude ver un objeto largo, completamente envuelto, parecía estar cubierto con una toalla o una manta. Era un objeto largo y envuelto, sin una forma definida. Por lo que pude percibir, parecía ser un cuerpo”.

    Ante esta escena, Obregón afirma que salió rápidamente de la casa y se comunicó con Marcela Acuña: “Sí, señora, parece que hay un cuerpo”.

    “Espéralo a César, no le digas nada porque no quiero que se asuste. Si tienes que hablar con Fabiana (González, su pareja), hazlo. No quiero que Emerenciano se entere de esto”, fue la respuesta de la líder de los piqueteros. Además, le pidió que le diga a la mujer que estaba planchando en el lugar que se vaya.

    “Fabiana, ven rápidamente a la casa del jefe”, fue el mensaje que Obregón envió a su pareja. Fabiana González llegó a la casa de Santa María de Oro 1460 alrededor de las 17:12 horas, según la reconstrucción realizada por la Fiscalía.

    “Le conté lo que había visto y le dije si quería pasar a mirar, pero Fabiana me dijo que no. Insistí en que entrara y viera, y ella finalmente accedió. Regresamos ambos a la casa, lentamente y con miedo, usando nuevamente la linterna de mi teléfono celular. Le dije que estaba ahí, señalando el lugar. Fabiana miró, se asustó y salimos nuevamente afuera”, declaró Obregón.

    Fabiana se fue del lugar en su motocicleta, y unos minutos después llegó César Sena acompañado por una mujer. El joven de 19 años, quien ahora está acusado por el presunto feminicidio de su pareja, le pidió a Obregón que lleve a su acompañante, “Rita”, al barrio Emerenciano y regrese a la casa.

    “Fui y volví rápidamente. Estaba nervioso y no sabía qué hacer. Su camioneta ya estaba estacionada en el garaje trasero. Fue entonces cuando César me dijo: ‘Gusti, ayúdame a sacar esto, tenemos que ir al campo'”, relató Obregón.

    Según añadiría más adelante, en su declaración del 28 de junio, cuando el Equipo Fiscal le presentó las pruebas en la Fiscalía, Obregón declaró que ese viernes 2 de junio por la mañana vio a César en el barrio Emerenciano sin lesiones. Sin embargo, alrededor de las 19 horas, cuando el joven llegó a la casa en Santa María de Oro, tenía “rasguños”. Además, “Rita” le había contado a Obreg

    ón que “las chicas del barrio tuvieron que curarle las heridas”.

    El “mano derecha” de los Sena declaró que en esa segunda visita a la casa el 2 de junio, César Sena “ya tenía el objeto en el suelo, detrás de la camioneta, extendido de forma horizontal”. Según detalló, se negó a ayudarlo a cargar “el objeto” porque estaba “muy asustado y nervioso”.

    César le dijo que iban a ir al campo, a la chanchería, pero primero tenían que conseguir un bidón de gasolina. El joven de 19 años subió a la camioneta e instruyó a Obregón a tomar rutas diferentes para evitar las cámaras de seguridad.

    Mientras el hombre de confianza de Sena conducía su automóvil, ambos se dirigieron hacia la zona rural de Puerto Tirol, manteniendo una llamada telefónica con César durante todo el trayecto. “Ve vigilando el camino y avísame si no hay problemas”, algo similar a eso me dijo”, declaró Obregón.

    A las 20 horas, César y Obregón llegaron al campo. Allí, frente a una virgen, aproximadamente a ciento cincuenta metros de la casa, César apiló todo lo que había llevado: bolsas de basura y “el objeto”, según declaró Obregón. Además, añadió leña y prendió fuego a los objetos.

    “Todo el tiempo me atormentaba la idea de que lo que estábamos quemando podría ser el cuerpo de una persona”.

    En su declaración del 20 de junio, Obregón amplió su relato y mencionó la calma de César Sena mientras el cuerpo de su pareja, Cecilia Strzyzowski, se incendiaba a poca distancia de él.

    “Él me pedía que estuviera atento para asegurarse de que nadie se acercara, y pude notar que manipulaba dos teléfonos móviles. Escribía en uno y luego en otro”. Presumiblemente, uno de esos teléfonos sería el de Cecilia, y en ese momento César estaba elaborando su coartada.

    “Él hablaba tranquilamente, no le hice preguntas. Incluso me decía ‘Gusti, tenemos que jugar al billar’. Estaba tranquilo. Yo estaba asustado, tenía miedo, tenía respeto y todo eso”, declaró Obregón al equipo fiscal.

    “Permanecimos allí aproximadamente durante treinta o cuarenta minutos, y Marcela me llamaba constantemente. Cuando nos fuimos, el fuego estaba ardiendo intensamente. Sentí un olor, pero no podría especificar cuál, era un olor desagradable”, relató.

    Después de deshacerse de “el bulto”, ambos se dirigieron a Barranqueras, donde se llevaba a cabo el evento “guiso militante”.

    No fue hasta el martes 6 de junio, el día en que Gloria Romero finalmente denunció la desaparición de su hija, que César volvió a pedir la ayuda de Obregón para completar la tarea de deshacerse de los restos. Según la Fiscalía, durante esos cuatro días, Gustavo Melgarejo y Griselda Reinoso supervisaron el fuego en el campo.

    Alrededor de la 1 de la tarde, Obregón recogió a César de su casa familiar y comenzaron el viaje hacia la chanchería. Pero primero, “tenemos que comprar bolsas de basura”, habría dicho César.

    Llegaron al campo alrededor de las 2 de la tarde del martes 6 de junio, y Obregón le pidió a Melgarejo una pala, por solicitud de César, quien se encargó de llenar las dos bolsas de basura con las cenizas que quedaron de la quema. “Cuando se llenaban las bolsas, en ningún momento vi huesos grandes, pero sí pude ver que había huesos pequeños”, declaró Obregón.

    Una vez cargadas las dos bolsas, se dirigieron al río. “Llegamos a la orilla del río, César desató una bolsa y arrojó todo su contenido en el límite entre el agua y la costa. Luego hizo lo mismo con la otra bolsa, la desató y arrojó su contenido. Finalmente, César dejó las dos bolsas en la orilla del río y les prendió fuego con un encendedor”.

    Después de desechar completamente el cuerpo, todavía quedaba algo por hacer, según la declaración de Obregón. “Esa misma tarde, alrededor de las 8 de la noche, César Sena me llamó”. El joven de 19 años le pidió que lo llevara a recoger “unas cosas” era una valija y ropa.

    “En la última calle asfaltada del barrio César me dice ‘frená’. Se bajó, y ahí en la banquina nomas, prendió fuego con un encendedor”.

    “Habrá tardado cinco minutos aproximadamente en agarrar el fuego, se ve que era todo ropa, pero ni esperamos que agarre completamente. Cuando vio César que estaba prendiendo más o menos me dijo: ‘Vamos’”, declaró Obregón

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