A pesar de los esfuerzos de los sindicatos por mantenerse al ritmo de los precios, la disminución de los salarios continúa. Los economistas cuestionan la efectividad de utilizar los salarios como ancla para controlar el Índice de Precios al Consumidor (IPC). El ministro de Economía, Luis Caputo, se muestra contrario a homologar los acuerdos salariales que excedan esta línea, como en el caso del gremio de camioneros, cuyo último aumento fue del 25% en marzo y 20% en abril.
El informe más reciente del INDEC revela que las remuneraciones, especialmente en el sector público, están rezagadas en comparación con los precios. En enero, los salarios aumentaron un 191,5% interanual, mientras que los precios aumentaron un 254,2%, lo que resulta en una caída real del 18%. Expertos señalan que esta estrategia gubernamental de utilizar los salarios como herramienta para controlar la inflación tiene repercusiones negativas en el crecimiento económico, la distribución de ingresos y la pobreza.
Para algunos analistas, esta política de contención de salarios es coherente con el objetivo de estabilizar la inflación, pero es considerada como la peor opción debido a sus efectos adversos en la economía. Además, se critica la falta de diálogo por parte del Gobierno con sindicatos y empresarios para encontrar soluciones que no comprometan el desarrollo económico y social del país.
Algunos economistas también destacan la contradicción en las políticas del Gobierno, que inicialmente defendía la libertad de las paritarias pero luego impone límites a los aumentos salariales. Se argumenta que culpar a los salarios por la inflación es injusto, especialmente cuando hay aumentos de precios significativos en otros sectores. En resumen, se advierte que la estrategia actual del Gobierno puede tener consecuencias negativas a largo plazo en la economía y en la sociedad en general.