BRUSELAS, Bélgica – La relación transatlántica entre España y Estados Unidos ha experimentado un nuevo episodio de tensión este jueves, luego de que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, respondiera categóricamente a las amenazas arancelarias proferidas por el presidente estadounidense, Donald Trump. El líder socialista no solo calificó los aranceles de “injustos y unilaterales”, sino que también defendió con contundencia la soberanía de España frente a las presiones comerciales.
La disputa se originó en el contexto de la reciente cumbre de la OTAN en La Haya, donde Donald Trump arremetió contra varios países aliados, incluida España, por no cumplir con el objetivo del 5% del PIB destinado a gasto militar. Fue esta crítica la que derivó en la amenaza directa de represalias comerciales por parte del magnate estadounidense.
Pedro Sánchez abordó el tema en declaraciones a la prensa a su llegada a una reunión del Consejo Europeo en Bruselas. Con un tono que buscaba equilibrar la firmeza con la cordialidad, Sánchez enfatizó que, a pesar de las diferencias y las amenazas, su gobierno sigue considerando a Washington como “un amigo de España”. Sin embargo, no dudó en dejar claro que la toma de decisiones económicas y de defensa de España responde exclusivamente a sus propios intereses y estrategias, y no a imposiciones externas.
Esta postura de Sánchez se enmarca en un patrón creciente de confrontación entre la administración Trump y varios líderes europeos, especialmente en temas relacionados con el comercio y las contribuciones a la OTAN. La Unión Europea en su conjunto ha expresado en múltiples ocasiones su rechazo a las medidas arancelarias de Estados Unidos, considerándolas una violación de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y una amenaza para la estabilidad del sistema multilateral de comercio.
El desafío de Sánchez a Trump no solo refuerza la posición de España dentro de la Unión Europea, sino que también subraya la determinación de los países miembros de defender sus intereses económicos y estratégicos frente a lo que perciben como políticas proteccionistas y unilaterales. La situación promete continuar generando debates en el ámbito diplomático y económico internacional, mientras España busca mantener un equilibrio entre su compromiso con la OTAN y la defensa de su autonomía en materia de política exterior y económica.