Desde tiempos inmemoriales muchos venimos advirtiendo en cada espacio que se nos brinda, que sino debatimos un paradigma con reglas equitativas y una estructura firme, siempre van a utilizar la comunicación como punta de lanza para atacar al pueblo.
En las épocas mas oscuras de nuestro pais fueron las grandes empresas de medios las que esparcieron el “polvo de hadas” para dejar a una sociedad enceguecida ante la brutal masacre que llevaban adelante los núcleos de poder. Han avalado desastres, han puesto y derrocado gobiernos durante una eternidad, han construido enemigos públicos en la actualidad, hasta el punto mismo de fogonear linchamientos que iban mas allá de lo mediático y durante años se han servido de los bienes del estado sin rendir cuentas. Con o sin alianzas dentro de los mandatos ejecutivos, legislativos y judiciales, siempre moldean nuestro destino de una forma u otra.
Desde los inicios de nuestra sociedad democrática, todo lo mediático juega un rol político fundamental, desde las gacetas hasta los tik-toks nos han tenido a merced de las voluntades que no hacen mas que enfrentarnos unos a otros, mientras dejamos en manos ajenas incluso nuestro propio futuro. Pero todavía no entendemos que el objetivo de comunicarnos es la subsistencia de nuestro espíritu colectivo y no individual. Lo necesitamos, debe ser puesto al servicio de nuestro bienestar y no de nuestra propia autodestrucción.
Sostener las expresiones territoriales de una comunicación real se hizo cuesta arriba desde hace mucho incluso para los que tienen acceso a recursos, tanto privados como estatales. Por eso cuando se intenta volcar esta discusión y el rebote es que “no es momento para marcar errores del pasado” nos seguimos cavando nuestra propia fosa intelectual, social y cultural. Siempre vamos a estar en manos de otro que nos va imponer su relato, su posverdad y sus intereses como si fuera nuestra propia lógica. Y encima los seguimos financiando con el fruto de nuestro esfuerzo colectivo e individual.
Además de haber, a mi único y seguramente poco formado criterio, desperdiciado oportunidades como el proceso de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o incluso la mismísima pandemia, donde las reglas del juego en cierta forma para algunas cosas si o si las ponía el Estado (además, administrado en ambas ocasiones por gobiernos afines a este pensamiento en todo o en parte) y hasta seguir financiando con recursos públicos a los mismos monopolios contra los que se combate dia a dia para que dejen de operar o condicionar las decisiones del soberano a través de sus representantes.
Desde espacios como la Coalición por una Comunicación Democrática, del cuál formo parte, llevamos propuestas de regulación y normativización de la asignación de dineros públicos en carácter de pauta publicitaria oficial, de fomento a los medios autogestivos, con mirada territorial y perspectiva. Fueron desestimados, prorrogados o cajoneados, sobre todo por los propios. Una y otra vez. Pero es cierto que talvez estuvimos distraídos con nuestro microclima y no vimos venir una concentración de poder aun más salvaje que podíamos haber evitado. Es menester pensarlo y debatirlo sin más demoras, porque también de eso dependen muchos comunicadores y muchas comunicadoras.
La llegada de Javier Milei (otro producto mediático) al poder, abre una etapa de intolerancia, agresividad y un “permitido” histórico de la derecha para reventarnos. Con un revanchismo insólito desmantelan medios, estructuras, dispositivos y cancelan de la vida de la gente aquellos logros en materia de contenido que nos ayudaron a ser mejores.
También necesitamos reconocer que durante las gestiones afines, se establecieron las mas crueles lógicas a la hora de comunicar o interactuar con los trabajadores, impulsando incluso la misma dirigencia el “negreo” y la precariedad de comunicadores que deambularon indignamente detrás de las monedas que podían recibir por cubrir las actividades políticas de nuestros actores visibles. Si no aceptamos que esto ya no va más, sería hipócrita intentar siquiera una convocatoria en apoyo a esos mismos hoy despedidos y en estado de vulnerabilidad económica extrema.
Todo nos muestra que es momento de intervenir colectivamente, de no dejar pasar más nada, ni la baja a la plataforma de contenido público, ni el desfinanciamiento de la Defensoría del Público, ni el cierre de la Agencia Foco en la provincia y ahora la histórica Agencia Telam, ni la intervención de los medios públicos, ni los despidos en Época de Corrientes, ni el cese de pago de los empleados de Diario Norte, o las represalias contra cronistas como el de Crónica TV o los cientos de comunicadores y comunicadoras que ya no tienen espacio en medios porque éstos no quieren perder acceso a lo que puedan caranchear de los oficialismos, tanto aquí en el Chaco como en otros lugares del país. Todo se derrumba en parte por la fragilidad que dejamos y que debemos comprometernos a no volver a dejar, sabiendo que no le tiembla el pulso al establishment para tirar todo logro popular por la ventana sin más.
El movimiento nacional, popular, democrático y feminista que impulsó el concepto del derecho humano a la comunicación, no puede reconstruirse sin pensar en todo esto como premisa de base. Lo hemos dicho antes y hoy lo repito en estas líneas que no pretender ser una mera catarsis, sino más bien una mirada propositiva con impronta de lucha y un llamado a la organización de nuestro sector.
Ya una vez dijimos que íbamos a volver mejores y sinceramente, no lo hicimos. No sólo transferimos la mayor cantidad de recursos del Estado en pauta destinada a los monopolios, sino que volvimos a dejar en banda a las medios autogestivos, cooperativos y pymes. Nos dejamos atrapar por la comodidad del marketing, el couching, las redes y el auto likeo político como estrategia comunicacional política. Esa no es nuestra cancha ni lo será jamás.
En esta oportunidad, la crueldad nos va volver a encontrar cara a cara con este debate y no debemos esquivarlo.
Como lo hicimos en 2019, sabiendo que el gobierno neoliberal vendría a perseguir colegas, propiciar negociados y facilitar la concentración empresarial, los comunicadores en alerta decimos que no es momento de especular. Muchos y muchas, se están quedando en la calle, se silencian voces y se apagan expresiones de nuestro pueblo.
Es la comunicación, compañeros y compañeras, la madre de todas las batallas de fortalecimiento democrático, de soberanía y de verdadera libertad. No esquivemos más este debate o seguiremos a merced del poder hasta no tener más que entregar, ni trinchera donde resistir.
Florencia Calvo – locutora, productora y comunicadora popular.