La imposición generalizada de aranceles por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, ha sacudido los mercados a nivel mundial, generando una ola de nerviosismo entre los inversores y haciendo parpadear las luces de advertencia.
En una semana turbulenta, las acciones en Wall Street han experimentado una caída cercana a los 3 billones de dólares. Los mercados europeos y japoneses no han sido inmunes, sufriendo pérdidas que se acercan a los 500.000 millones de dólares, un preocupante eco de crisis financieras pasadas como la de 2008 y la pandemia de COVID-19 en 2020.
Si bien los indicadores de estrés del mercado reflejan una creciente volatilidad e inquietud, los analistas señalan que aún no se observan signos de pánico generalizado.
El VIX en la mira: El índice de volatilidad VIX, barómetro del miedo en Wall Street, ha escalado a su punto más alto desde agosto, anticipando su mayor aumento porcentual en dos días desde diciembre. No obstante, su nivel actual, alrededor de los 40 puntos, se mantiene significativamente por debajo de los picos alcanzados durante la crisis del COVID y la debacle de 2008. El índice de volatilidad de los bonos MOVE también muestra una relativa contención.
Bonos como refugio: Un movimiento clásico en tiempos de incertidumbre es la búsqueda de seguridad en los bonos gubernamentales. En este contexto, la caída de 20 puntos básicos en los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos años y de 15 puntos básicos en los bonos alemanes el viernes es notable. En los últimos dos días, los rendimientos del Tesoro han descendido más de 30 puntos básicos, su mayor retroceso en dos días desde agosto. A pesar de esto, los analistas consideran que los mercados de bonos gubernamentales más grandes del mundo mantienen un funcionamiento ordenado. “No hay preocupaciones en este momento en ese frente, todo está muy ordenado. No hay estrés en ese sentido”, comentó Konstantin Veit, gestor de fondos de PIMCO.
Bancos bajo presión: Los megabancos japoneses cerraron la semana con las mayores pérdidas desde 2008, una señal particularmente inquietante. Los bancos europeos y estadounidenses también sufrieron caídas significativas el viernes, y el costo de protegerse contra posibles impagos bancarios ha aumentado. “El sentimiento está hundiendo las acciones bancarias, hay toma de beneficios y existe preocupación por el crecimiento global”, explicó Altaf Kassam, director de estrategia e investigación de inversiones en Europa de State Street Global Advisors. Sin embargo, añadió que “no parece que haya una verdadera crisis crediticia o de liquidez en este momento”.
Dólar en retirada: Los swaps de base entre divisas, que miden la demanda de dólares por parte de inversores no estadounidenses, no están mostrando la habitual dinámica de refugio seguro. En esta ocasión, los inversores están evitando el dólar y optando por el yen y el franco suizo.
Mercado interbancario estable: El diferencial FRA/OIS, que refleja la diferencia entre los contratos de tipos forward a tres meses y el tipo swap del índice a un día, se mantiene en niveles muy inferiores a los registrados durante las crisis de 2020 y 2008, lo que sugiere que el mercado interbancario no está experimentando tensiones extremas.
Spreads de swap en aumento: Una medida de la tensión en el mercado de bonos son los diferenciales de swaps. En Estados Unidos, estos diferenciales a dos años se encaminaban a su mayor contracción diaria desde la crisis bancaria regional de marzo de 2023, lo que indica una creciente presión en el mercado de bonos estadounidense. En Europa, los swaps se mantuvieron más moderados.
Bonos basura bajo la lupa: Los diferenciales de los bonos basura estadounidenses y europeos, que reflejan la prima que exigen los inversores por asumir deuda de mayor riesgo, han experimentado un aumento hasta alcanzar máximos de varios meses. Este movimiento sugiere una menor apetito por el riesgo en el mercado. El índice iTRAXX Crossover, de bonos basura europeos a cinco años, alcanzó su nivel más alto desde noviembre de 2023.
En resumen, la guerra de aranceles desatada por Donald Trump ha inyectado una dosis considerable de incertidumbre y volatilidad en los mercados globales. Si bien los indicadores de estrés aún no señalan una crisis inminente, la creciente preocupación por el crecimiento global y el impacto de las políticas arancelarias mantienen a los analistas en alerta, monitoreando de cerca la evolución de esta tensa situación.