El revés sufrido por el oficialismo en la votación de los aspectos fundamentales del proyecto dejó en evidencia su falta de poder de negociación. La jornada culminó con la vuelta del proyecto a comisión, sin una fecha clara para su próximo tratamiento.
El ambicioso proyecto de ley ómnibus impulsado por Javier Milei tuvo un desenlace desafortunado, marcado por la incapacidad para asegurar el respaldo necesario. A pesar de los esfuerzos por mantener la discusión viva, las bravuconadas y las amenazas no fueron suficientes para salvarlo. La votación en detalle reveló la pérdida progresiva de apoyo para La Libertad Avanza (LLA), obligando a reiniciar el proceso legislativo desde cero.
Desde su ubicación en Israel, Milei expresó su indignación ante lo que consideró un rechazo de la clase política hacia el cambio demandado por los votantes argentinos. Mientras tanto, en el Congreso, el oficialismo buscaba reagruparse para retomar el debate en comisión, aunque las perspectivas eran complicadas.
Las negociaciones previas no lograron resolver las discrepancias, y la oposición amigable se encargó de desmantelar los pilares fundamentales del proyecto. La negativa a aceptar modificaciones significativas llevó a la derrota en la votación de artículos clave, como el relacionado con las privatizaciones.
El fracaso en la articulación de consensos se reflejó en las tensiones palpables entre los legisladores, mientras que fuera del recinto, los bocinazos de celebración resonaban en contraste con la desilusión de quienes apostaban por el cambio propuesto por LLA.
En resumen, la jornada se convirtió en una crónica de derrota para Milei y su proyecto, evidenciando las dificultades para materializar reformas en un ambiente político fragmentado y desafiante.