En un operativo calificado por la Casa Blanca como “el mayor en la historia”, el gobierno de Donald Trump detuvo a 538 migrantes en situación irregular y deportó a cientos más durante su primera semana en el cargo. La operación incluye vuelos militares a países como Guatemala y México, aunque este último negó el acceso a uno de ellos en medio de crecientes tensiones bilaterales.
Promesas de campaña en acción
Trump, conocido por sus duras declaraciones contra los migrantes, describió a este grupo como “salvajes” y “criminales” durante su campaña. Tras su investidura, emitió una serie de decretos que reactivan políticas migratorias estrictas, como el programa “Quédate en México” y la construcción del muro fronterizo, además de suspender vías legales para solicitar asilo.
Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, afirmó en redes sociales que la operación es una promesa cumplida. “Si ingresas ilegalmente a los Estados Unidos, enfrentarás severas consecuencias”, señaló.
Detalles de las deportaciones
Dos aviones militares aterrizaron en Guatemala con decenas de deportados. Según las autoridades locales, los recién llegados fueron llevados al Centro de Recepción de Retornados, donde se implementan programas de reinserción. Mientras tanto, un tercer vuelo hacia México fue bloqueado, aunque no se esclarecieron los motivos.
En paralelo, agentes del ICE llevaron a cabo redadas en ciudades como Newark, donde detuvieron a migrantes sin órdenes judiciales, generando denuncias por violaciones constitucionales.
Impacto en el derecho al asilo
La ONU recordó que el asilo es un derecho humano universal. Sin embargo, Trump suspendió las admisiones de refugiados y cerró programas para personas que huyen de crisis en Centroamérica y Sudamérica, dejando a miles varados en la frontera mexicana.
El proceso de deportación
Los migrantes en situación irregular pueden ser detenidos por ICE y enfrentan procedimientos que van desde deportaciones aceleradas hasta juicios en cortes migratorias. Según la legislación, los costos de transporte corren por cuenta del gobierno estadounidense.
Con esta operación, Trump refuerza su postura antiinmigrante, cumpliendo con una de sus promesas de campaña más polémicas y generando un nuevo capítulo en el tenso debate sobre derechos humanos y política migratoria en Estados Unidos.