Kiev, Ucrania – En la mayor reorganización de gabinete desde el inicio de la guerra, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, impulsa una profunda reestructuración gubernamental que ha culminado con la dimisión del primer ministro, Denis Shmihal, y la propuesta de Yulia Svyrydenko como su sucesora. Esta movida, largamente rumoreada, busca implementar acuerdos internacionales y abordar “evidentes problemas de gestión”, aunque genera dudas sobre su legitimidad bajo la ley marcial y su impacto real en la política interna.
La designación de Svyrydenko, exministra de Economía y reconocida por su rol en las negociaciones de un acuerdo de materias primas con Estados Unidos, se da en un contexto de urgencia. Zelenski ha justificado la reestructuración como una necesidad imperante para la implementación de los compromisos adquiridos con los socios internacionales, prometiendo un nuevo programa de gobierno a la brevedad.
La Reestructuración Bajo la Sombra de la Ley Marcial
La legitimidad de este cambio de Gobierno ha sido cuestionada por la oposición. Yaroslav Zhelezniak, miembro de la facción Holos (Voz), ha señalado que el artículo 10 de la ley marcial prohíbe la revocación de los poderes del presidente, el Parlamento, el Gobierno y otros organismos estatales. Aunque el Parlamento extendió recientemente el estado de ley marcial, la oposición argumenta que se podría estar violando este artículo sin una precisión o modificación previa de la legislación.
Las críticas también apuntan a la forma en que Zelenski ofreció públicamente el cargo a Svyrydenko, contraviniendo el orden establecido que exige que la propuesta de un jefe de Gobierno provenga de la coalición gobernante en el Parlamento. Actualmente, el partido presidencial “Servidor del Pueblo” ostenta la mayoría.
Insatisfacción Presidencial y Problemas de Gestión
Según el politólogo Oleh Saakian, esta “reorganización gubernamental tardía” estaba prevista inicialmente para 2024 y responde a “tensiones persistentes dentro del Gobierno” y a “una serie de evidentes problemas de gestión” en áreas cruciales como defensa, infraestructuras y política social. Saakian cree que la medida busca “disipar públicamente algunas de estas tensiones” y “ganarse la confianza a tiempo”. Sin embargo, el experto es escéptico sobre las perspectivas a largo plazo, calificándolo como una “inyección de adrenalina para el Gobierno actual, pero no cambiará fundamentalmente su calidad” debido a la escasez de personal cualificado y de confianza.
¿Cambios Reales en la Política Interna?
A pesar de la magnitud de la reestructuración, el politólogo Volodímir Fesenko duda que el cambio de primer ministro por sí solo genere modificaciones significativas en la política interna. Fesenko sostiene que “las decisiones políticas clave seguirán tomándose en la oficina presidencial, y Sviridenko, al igual que el Gobierno, las implementará”. Svyrydenko es vista como una figura con la experiencia necesaria para trabajar en tiempos de guerra y en el trato con instituciones internacionales, lo que sugiere una continuidad en la dirección estratégica.
Por su parte, Petro Oleshchuk, politólogo de la Universidad Taras Shevchenko de Kiev, interpreta la reorganización como un intento de Zelenski de demostrar que, a pesar de los escándalos de corrupción en el gabinete, aún cuenta con un equipo funcional. Se espera que Denis Shmihal no abandone el Gobierno por completo, sino que asuma el cargo de ministro de Defensa, lo que, según Oleshchuk, busca “demostrar que no hay disputas internas” y que se trata de “cambios de personal dentro de un equipo”.
Las prioridades esbozadas por el presidente Zelenski para el nuevo Gobierno incluyen el aumento de la producción nacional de armas, el desarrollo de proyectos de defensa y una desregulación económica integral, marcando la hoja de ruta en un período crítico para Ucrania.