El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este miércoles un nuevo pacto comercial con China, que, si bien está “terminado” a su juicio, aún requiere la aprobación formal del presidente chino, Xi Jinping, y la propia de Trump. Este acuerdo, gestado tras intensas rondas de negociaciones en Ginebra y Londres, redefine el panorama arancelario entre las dos mayores economías del mundo y aborda puntos clave en la cadena de suministro global y las relaciones bilaterales.
Según el anuncio de Trump, Washington impondrá un 55% de aranceles sobre Beijing, mientras que China, a su vez, mantendrá un 10% de gravámenes a Estados Unidos. Es importante destacar que la cifra del 55% para EE. UU. no representa un aumento sobre los aranceles previos del 30% acordados en mayo, sino que incluye aranceles preexistentes de la primera administración Trump (25%) y un 20% relacionado con el tráfico de fentanilo. Un funcionario de la Casa Blanca, bajo condición de anonimato, clarificó que este 55% engloba esos gravámenes ya impuestos.
Minerales de Tierras Raras y Acceso a Universidades
Un aspecto central del acuerdo anunciado por Trump es el compromiso de China de suministrar “imanes completos y cualquier mineral de tierras raras necesario” a Estados Unidos. Este punto es crucial, ya que China tiene un control desproporcionado sobre el mercado de tierras raras, produciendo el 60% y procesando casi el 90% de estos elementos vitales para la fabricación de tecnologías que van desde teléfonos inteligentes hasta vehículos eléctricos y componentes de defensa. Las restricciones chinas a la exportación de estos minerales en meses recientes habían provocado preocupaciones y disrupciones en las cadenas de suministro globales.
Asimismo, el acuerdo contempla que Estados Unidos permitirá que los estudiantes chinos continúen asistiendo a universidades estadounidenses, una cuestión que había generado tensión recientemente. Trump afirmó: “También proporcionaremos a China lo acordado, incluidos los estudiantes chinos que utilizan nuestras universidades y colegios (¡lo que siempre ha sido bueno para mí!)”.
Contexto de Negociaciones y Tensiones Recientes
Este pacto emerge de un periodo de escalada de tensiones comerciales. En febrero y marzo de 2025, la administración Trump había impuesto nuevas tarifas del 10% sobre todas las importaciones chinas, en parte como medida para presionar a Beijing sobre el flujo de opioides sintéticos. China respondió con contramedidas, incluyendo aranceles sobre productos agrícolas y energéticos estadounidenses. En abril, la situación se intensificó con nuevos aranceles del 34% por parte de EE. UU., a lo que China replicó con aranceles similares y restricciones a la exportación de minerales de tierras raras, lo que llevó las tarifas a niveles cercanos al 145% para EE. UU. y 125% para China.
En mayo, tras dos días de conversaciones en Ginebra, ambos países acordaron una tregua de 90 días que redujo significativamente los aranceles, bajando los estadounidenses al 30% y los chinos al 10%. Sin embargo, la implementación de esta tregua se vio obstaculizada por nuevas disputas, particularmente las restricciones chinas a las exportaciones de tierras raras y los controles estadounidenses sobre tecnología avanzada y visados para estudiantes chinos. La conversación telefónica entre Trump y Xi Jinping el 5 de junio y las negociaciones posteriores en Londres fueron clave para destrabar el proceso.
A pesar del optimismo de Trump, fuentes chinas han mantenido una postura más cautelosa, señalando que las dos partes han alcanzado un “marco” para implementar el “consenso” previo, pero sin confirmar de inmediato los detalles específicos de los aranceles y la provisión de minerales. La aprobación final de ambos líderes será el paso definitivo para que este acuerdo entre en vigor y, potencialmente, marque un nuevo capítulo en las relaciones comerciales sino-estadounidenses.