La investidura de Javier Milei el pasado domingo en Buenos Aires se convirtió en un evento con tres categorías de invitados: aquellos que viajaron a Argentina por compromisos institucionales o cortesía diplomática, los interesados en participar en un encuentro de la extrema derecha, y aquellos que figuraban en la lista pero que nunca tenían la intención de asistir. El economista que obtuvo una victoria abrumadora en las elecciones presidenciales de noviembre ahora se ha convertido en la figura destacada para la extrema derecha a nivel mundial. Aunque su discurso incendiario, que cautivó a millones de votantes afectados por una inflación desbordante, parece haber quedado en un “ya veremos”, su triunfo sobre el peronista Sergio Massa, el saliente ministro de Economía, representa un símbolo para los líderes que han adoptado la retórica trumpista y bolsonarista en los últimos años. Este entusiasmo ha quedado inmortalizado en las redes sociales, marcando el inicio de su mandato.
Uno de los primeros en llegar fue precisamente el expresidente brasileño. El viernes pasado, mantuvo una reunión con Milei acompañado por su equipo. Además, se encontró con el expresidente argentino Mauricio Macri, quien respaldó la candidatura del ultra en la segunda vuelta. También compartió un abrazo con Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría. Durante su visita, recorrió Puerto Madero y sostuvo conversaciones con el candidato chileno José Antonio Kast, quien aspira a derrotar a Gabriel Boric. Este último partió el sábado para asistir a la toma de posesión de su homólogo, actuando con sobriedad a pesar de las diferencias ideológicas, con el objetivo de representar a todos los votantes, según indicó su Gobierno días atrás. Sin embargo, se confirmó que no habría una reunión entre Boric y Kast. Boric viajó acompañado por Antonia Orellana, ministra de la Mujer y Equidad de Género, una cartera que Milei planea eliminar.
Si se comprende claramente el mensaje político del presidente chileno, tampoco hay incertidumbre sobre los objetivos de Santiago Abascal, quien ha utilizado su visita para destacar su lucha cultural ultra “contra la decadencia izquierdista”. El líder de Vox tuiteó sobre un “entrañable reencuentro en Buenos Aires con el ya Presidente de la Nación Argentina, Javier Milei”. Dos notables ausentes latinoamericanos fueron el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro. Desde Bogotá, en cambio, María Fernanda Cabal viajó, una figura destacada de la oposición, quien dio una perspectiva de lo que el cambio en la Casa Rosada significa para la derecha radical. “Ya estamos preparándonos esta noche en el Círculo de Armas con los amigos de varios países: Santiago Abascal, el expresidente Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo, viene también Patricia Chirinos, diputada de Perú, muchos, muchos amigos que hoy levantamos la bandera de la libertad”, comentó en un vídeo publicado el sábado.
La palabra “Libertad” fue la más frecuente en el discurso de Milei y su colega de candidatura, Victoria Villarruel, durante la campaña electoral. De hecho, la redujo a la categoría de un eslogan caricaturesco con su expresión característica “¡viva la libertad, carajo!”. La misma frase, autografiada por el nuevo presidente, aparece en una camiseta de Boca Juniors que supuestamente posa Emmanuel Macron en una fotografía que ha difundido exclusivamente Milei. Sin embargo, es importante señalar que el presidente francés no ha visitado Buenos Aires ni ha hecho referencia alguna a esa imagen.
Entre los líderes de los Estados europeos, el monarca Felipe VI encabezó la representación española, como es habitual en las tomas de posesión de los líderes latinoamericanos. Volodímir Zelenski también estuvo presente, brindándole al líder ucraniano la oportunidad de coincidir y dialogar con representantes de otras delegaciones extranjeras. La Casa Blanca estuvo representada por la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, y Juan González, el principal asesor de Joe Biden para América Latina. La participación de todos ellos se inserta en el marco de la diplomacia y las relaciones bilaterales. Mientras tanto, los voceros de la ultraderecha internacional celebraron el evento, aunque expresaron su deseo de contar con la presencia de Donald Trump.
Fuente: El País