Pekín, China – Un fascinante y sorprendente hallazgo científico, basado en el análisis de registros sísmicos, sugiere que el núcleo interno de la Tierra podría haber detenido su rotación en 2009 y, desde entonces, haber comenzado a girar en sentido inverso. Este fenómeno, que se cree que ocurre en un ciclo de aproximadamente 60 a 70 años, desafía las concepciones previas sobre la dinámica interna de nuestro planeta.
La Revelación de un Nuevo Estudio
Durante décadas, se asumió que el núcleo interno, una esfera sólida de hierro y níquel de unos 2.400 kilómetros de diámetro, giraba de manera estable en la misma dirección que la superficie terrestre, aunque ligeramente más rápido. Sin embargo, un reciente estudio liderado por científicos de la Universidad de Pekín y la Universidad del Sur de California (USC), publicado en la prestigiosa revista Nature Geoscience, presenta evidencia de que esta rotación no solo se ha desacelerado en los últimos años, sino que podría haberse detenido y haber invertido su dirección.
¿Por qué cambia de dirección la rotación del núcleo terrestre?
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras un exhaustivo análisis de registros sísmicos de terremotos ocurridos entre 1990 y 2021. Al comparar cómo las ondas sísmicas atravesaban el núcleo en diferentes momentos, detectaron anomalías en su propagación que indicaban un cambio en la velocidad relativa del núcleo con respecto al manto terrestre. Este comportamiento anómalo sugiere una posible inversión en el sentido de rotación del núcleo interno.
Aunque este fenómeno se produce a más de 5.000 kilómetros de profundidad y no genera efectos inmediatos perceptibles en la superficie, los científicos advierten que podría tener implicancias en la dinámica general del planeta a largo plazo. La clave de este comportamiento cíclico residiría en la interacción entre el campo magnético generado por el núcleo externo líquido y la atracción gravitacional ejercida por el manto. La tensión entre estas dos fuerzas podría generar las oscilaciones observadas en la rotación del núcleo, siguiendo un patrón regular de entre 60 y 70 años. Los datos sugieren que la desaceleración progresiva comenzó a principios de la década de 2000, alcanzó un punto de detención alrededor de 2009, y desde entonces el núcleo estaría girando lentamente en sentido inverso.
Consecuencias Potenciales y Afectación en la Duración de los Días
Aunque los efectos no son directos ni inmediatos, la rotación del núcleo interno influye en fenómenos cruciales para la vida en la Tierra. Uno de los más importantes es el campo magnético terrestre, el escudo invisible que nos protege de la radiación solar y posibilita el funcionamiento de sistemas de navegación y telecomunicaciones. Una alteración en el comportamiento del núcleo podría modificar su intensidad y orientación.
Otro aspecto relevante es la posible conexión entre el núcleo y el manto en relación con la actividad sísmica. Cambios en la rotación interna podrían influir en el equilibrio de tensiones dentro del manto, lo que potencialmente afectaría la dinámica de las placas tectónicas y, por ende, la frecuencia o intensidad de terremotos y erupciones volcánicas.
Además, la rotación del núcleo tiene una influencia, aunque mínima, en la velocidad de rotación de todo el planeta. Esto significa que su inversión o desaceleración puede generar variaciones sutiles en la duración del día, del orden de milisegundos. Aunque imperceptibles para los seres humanos, estos cambios podrían tener implicaciones en escalas climáticas a largo plazo si se acumulan.
¿Fenómeno Nuevo o Patrón Cíclico?
Una de las hipótesis más relevantes del estudio es que la rotación del núcleo no es constante ni lineal, sino que sigue un patrón oscilatorio. Se estima que la última vez que se habría producido una inversión similar fue en la década de 1970, lo que respalda la idea de un ciclo aproximado de 60 a 70 años. Si esta teoría se confirma, estaríamos presenciando una nueva fase de un fenómeno cíclico que ha acompañado a la Tierra durante millones de años.
El estudio, titulado Inner core backtracking by seismic waveform change reversals, ofrece una nueva perspectiva sobre el funcionamiento profundo de nuestro planeta y abre una prometedora línea de investigación con muchos misterios por desvelar.