Jerusalén, 3 de julio de 2025 – La startup israelí Gigablue ha generado un gran revuelo al anunciar la venta de 200.000 créditos de carbono, un hito que, según la empresa, financiará su ambiciosa tecnología para combatir el cambio climático. Sin embargo, la comunidad científica externa ha expresado un considerable escepticismo sobre la efectividad real de su propuesta, señalando la falta de transparencia y la necesidad de una validación más rigurosa.
La Audaz Propuesta de Gigablue
Fundada hace tres años, Gigablue afirma haber desarrollado unas partículas únicas capaces de capturar carbono en el océano, con la promesa de “salvar al planeta”. La empresa, cuyo nombre inicial era “Gigatón” –en alusión a la vasta cantidad de dióxido de carbono que los expertos consideran necesario eliminar de la atmósfera anualmente–, se ha embarcado en un plan para la eliminación de carbono a gran escala.
Desde el año pasado, Gigablue ha iniciado pruebas en el océano Pacífico Sur, buscando establecer “campos de secuestro” donde se liberarían estas partículas en diferentes estaciones. Sus cofundadores, incluido Ori Shaashua, sostienen que su enfoque es asequible y atractivo para los inversores, prometiendo la generación continua de créditos de carbono a través de sus “tecnologías innovadoras”.
La reciente venta de 200.000 créditos de carbono a SkiesFifty, una nueva empresa centrada en prácticas sostenibles para la industria aérea, es notable, ya que representa más de la mitad de los créditos relacionados con el océano vendidos el año pasado. Gigablue aspira a capturar 10 toneladas métricas de carbono por cada tonelada de partículas dispersas, con el objetivo de liberar al menos 20.000 toneladas en el océano. Un organizador de eventos en Italia, Jimmy Pallas, es uno de los que ya ha confiado en Gigablue para compensar la huella de carbono de sus actividades.
El Escenario del Escepticismo Científico
A pesar de las grandilocuentes afirmaciones de Gigablue y el creciente mercado de créditos de carbono, la comunidad científica se mantiene cautelosa. Expertos externos han manifestado serias dudas sobre la eficacia de la solución, citando la escasez de información pública detallada sobre la tecnología. La falta de transparencia en la composición exacta de sus partículas, aunque Gigablue asegura que son “materiales naturales y seguros para el medio ambiente”, contribuye a este recelo.
Los métodos de captura de carbono en el océano propuestos por Gigablue son controvertidos y han generado debates y críticas. Los estudios que buscan validar la eficacia de sus métodos han sido limitados, y varios científicos insisten en que los efectos de su tecnología aún deben ser demostrados de manera concluyente en un entorno marino real.
Este caso pone de manifiesto las tensiones inherentes a un sector emergente, el de la eliminación de carbono, donde las regulaciones son escasas y las promesas de soluciones tecnológicas son elevadas. La venta de créditos de carbono, aunque en auge, sigue siendo mayoritariamente voluntaria, y numerosos investigadores han alertado sobre el riesgo de fraude en un mercado poco regulado.
En este panorama, resulta fundamental que startups como Gigablue, a pesar de su prometedor enfoque, afronten el desafío de validar sus tecnologías con evidencia científica sólida y transparente para asegurar su incuestionable eficacia en la crítica lucha contra el cambio climático.