Desde el balcón de la basílica de San Pedro, expresó su súplica por el cese de las operaciones militares en Gaza, destacando las trágicas consecuencias que tienen para los civiles inocentes.
Durante su alocución, el Pontífice no solo mencionó la situación en Israel y Palestina, sino que también se refirió a otros conflictos globales, como la guerra en Ucrania, Siria y Yemen, así como las tensiones entre las dos Coreas y en Sudán, Sudán del Sur, Camerún y la República Democrática del Congo. Hizo un llamamiento urgente para detener la fabricación de armas, cuestionando el aumento de la producción y el comercio de armamentos y destacando la necesidad de decir “no” a la guerra y a las armas.
El Papa expresó su solidaridad con Belén, simbolizando el lugar del nacimiento de Jesús, y lamentó el dolor que enfrenta la ciudad en medio de las dificultades. Asimismo, instó a buscar una solución a la cuestión palestina a través de un diálogo genuino y constante entre las partes, respaldado por una fuerte voluntad política y el apoyo internacional.
En un tono de profundo anhelo por la paz, Francisco también abogó por la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán, en un conflicto territorial de larga data. Hizo un llamado a iniciativas humanitarias, el retorno seguro de los refugiados a sus hogares y el respeto mutuo de las tradiciones religiosas y lugares de culto.
Además, el Papa reflexionó sobre la contradicción entre hablar de paz y el aumento de la producción, venta y comercio de armas, destacando la importancia de rechazar este ciclo para construir un futuro pacífico.