La región más afectada por estas precipitaciones, originadas por un ciclón que azotó el país esta semana, es Río Grande do Sul. Según el último informe proporcionado por las autoridades del país el 7 de septiembre, 42 personas han perdido la vida y 25 siguen desaparecidas. En respuesta a esta tragedia, las autoridades locales han cancelado las festividades del Día de la Independencia para movilizar a los equipos de rescate y a los servicios de emergencia.
Los vientos que superan los 110 km/h, combinados con las intensas lluvias, han resultado en graves inundaciones en varias comunidades del sur de Brasil. De acuerdo con las cifras gubernamentales, estas inundaciones han provocado la muerte de 42 personas y han obligado a 10.551 personas a abandonar sus hogares.
Muçum es uno de los lugares más afectados por este desastre natural, con 15 víctimas fatales y nueve personas desaparecidas debido al desbordamiento del río Taquari, que cobró la vida de numerosas personas y destruyó cientos de viviendas.
Marcos Antonio Gomes, un residente de 55 años de Muçum, compartió su experiencia, mencionando: “El agua subió muy rápido, aumentaba dos metros por hora (…) No nos queda nada, ni siquiera ropa”. Además, expresó su preocupación por el futuro ante posibles fenómenos naturales en los años venideros.
El gobernador de la región, Eduardo Leite, visitó la localidad el 7 de septiembre con el propósito de “supervisar las operaciones de rescate”, según lo publicado en su perfil de la red social.
Al unísono, en la víspera de su viaje a India para la cumbre del G20, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó su respaldo al gobierno local de Río Grande do Sul, en el extremo sur del país, además de delegarle a su vicepresidente, Geraldo Alkim, la misión de viajar al territorio afectado en caso de ser necesario.
El gobierno regional declaró este jueves estado de calamidad para poder atender el desastre. Uno que ya es mayor que aquel que azotó la región en junio, cuando un ciclón que dejó 16 víctimas.
Entidades meteorológicas independientes pronostican que las fuertes lluvias van a continuar por lo menos hasta el viernes, lo que representa una gran amenaza a la región y podría convertirse en una de las peores tormentas que Brasil ha experimentado en toda su historia.





