El principal sospechoso del asesinato de Cecilia recibía un salario público y ocultaba información sobre su edad y ocupación. Según la madre de la víctima, tenía dudas acerca de su sexualidad y estaba bajo medicación.
El 16 de septiembre del año pasado, César Sena se presentó en la escuela vestido de traje. Al ser preguntado por su atuendo, respondió: “Me casé”. No fue el único alumno de los 1200 presentes en el patio de la Escuela de Educación Técnica N21 “General Manuel Belgrano”, la más grande de Resistencia, que ese día no llevaba uniforme. Dos compañeros más, incluyendo su testigo, tampoco lo llevaban. Uno de ellos confirmó la veracidad del matrimonio.
Los tres asistían al segundo piso del edificio, en la orientación “Construcciones”. Cursaban de 18:30 a 22:50, ya que el sexto año se impartía en horario nocturno. En el colegio, lo describían como un chico formal, educado y respetuoso. No había tenido problemas ni con profesores ni con compañeros, según uno de los docentes. Cuando se enteraron de que era el hijo de Emerenciano y Marcela Acuña, influyentes líderes piqueteros que habían construido su imperio junto al gobernador Jorge Capitanich, algunos sospecharon que su comportamiento podría ser distinto. Según relataron al medio, cuando se corrió la voz, hubo comentarios del tipo: “Vamos a tener a todos los piqueteros aquí, van a tomar la escuela”.
César no regresó al colegio después de diciembre. Aunque se publicaron fotos de su celebración de graduación, todavía le faltaba al menos una materia, Obras Sanitarias, para obtener el título de maestro mayor de obras. En el colegio, resultaba difícil creer que aquel chico respetuoso al que habían visto crecer durante seis años fuera ahora el principal sospechoso del feminicidio de Cecilia Strzyzowski, la joven de 28 años con quien contrajo matrimonio aquel día que llegó vestido de traje. Pero César Sena era un hábil mentiroso.
Cuando conoció a Cecilia a través de Tinder, se presentó como Alejandro, su tercer nombre, un arquitecto de 27 años. En otra aplicación de citas, Badoo, hace dos años conoció a una joven que declaró como testigo de identidad reservada en el caso. Incluso llegó a mostrarle planos y dibujos, ya que mantenían “una relación con encuentros casuales”. A principios de este año, le dijo que él y Cecilia estaban recibiendo tratamiento para concebir un hijo. La testigo declaró en el caso penal que le preguntó sobre su matrimonio al ver fotos en las que aparecía casado, y César le explicó que estaban en proceso de ser padres, pero que tenían dificultades y que Cecilia no quedaba embarazada, lo que le causaba mucha frustración.
Según el testimonio de esta testigo en la causa, la última vez que vio a César fue el 5 de junio pasado, cuando Cecilia ya estaba desaparecida. Él le dijo que habían discutido y que ella se había ido con su anillo de matrimonio, su documento y su celular. Además, reiteró que tenía 27 años.
Un matrimonio de cuatro días
Cuatro días después de la boda, César y Cecilia se divorciaron el año pasado. Según las personas que conocieron a Cecilia, su suegra Acuña nunca aceptó la relación. Los Sena no asistieron a la boda. Según consta en el expediente, Cecilia le dijo a un testigo reservado que su suegra creía que ella era parte de una secta y que César mentía por su culpa. Además, afirmó que su suegra no sabía ni la mitad de las mentiras que ella había soportado. Cecilia también mencionó que no podía perdonar a César, y en un mensaje enviado el 7 de octubre expresó: “No me importa el dinero, de hecho, no le perdono que haya vendido nuestro divorcio, él puso un precio a nuestro amor”.