El 2 de octubre de 2024, el Papa Francisco inauguró la segunda fase de su proyecto de reforma católica, centrándose en la participación de las mujeres en la Iglesia. Durante la misa de apertura en la Plaza de San Pedro, el Papa llamó a los 368 obispos y laicos presentes a fomentar una mayor responsabilidad femenina en los espacios de toma de decisiones de la institución, aunque el ministerio ordenado para mujeres sigue excluido del debate.
La primera fase del proceso sinodal concluyó el año pasado con un consenso sobre la necesidad urgente de garantizar una participación más activa de las mujeres en los puestos de liderazgo, además de solicitar una revisión teológica sobre la posibilidad de que las mujeres puedan servir como diáconos. Este último punto, sin embargo, ha enfrentado resistencia de sectores más conservadores de la Iglesia.
Francisco instó a los participantes a dejar de lado sus intereses personales y a comprometerse en un diálogo auténtico para “dar vida a algo nuevo”, evitando que las discusiones se conviertan en monólogos. En sus palabras, destacó la importancia de escuchar la voz del Señor y a los demás, en lugar de encerrarse en posturas rígidas.
A pesar de que algunos temas sensibles, como el ministerio hacia los católicos LGBTQ+, no se tratarán directamente en esta fase del sínodo, el proceso ha generado tanto esperanzas de cambio como temores sobre su implementación. El Papa busca construir una Iglesia más inclusiva y acogedora, donde las voces de los laicos, especialmente las de las mujeres, tengan más peso en las decisiones eclesiásticas.
Aunque la discusión sobre el ministerio ordenado para mujeres está cerrada, se están analizando otras propuestas para aumentar su presencia en los seminarios y permitirles ocupar roles en tribunales canónicos. Entre los participantes del sínodo, 85 son mujeres, 54 de las cuales tienen derecho a voto, lo que refleja un esfuerzo por incluir diversas voces en la conversación.
Sin embargo, la postura del Papa ha suscitado críticas. Algunos defensores de la ordenación femenina consideran que su rechazo perpetúa una visión sexista, mientras que el cardenal Gerhard Müller, uno de los miembros críticos del sínodo, ha expresado su preocupación sobre la dirección del proceso, calificando las nuevas iniciativas como ideológicas.
Mientras tanto, el Papa también ha mantenido su apoyo a los católicos LGBTQ+, destacando su dignidad y derechos en el contexto de la Iglesia. La dinámica en el sínodo se espera que continúe siendo tensa, con un grupo de obispos y laicos luchando por una mayor inclusión, mientras que otros se adhieren a las tradiciones más conservadoras de la Iglesia. El sínodo concluirá el 26 de octubre con un conjunto de propuestas que el Papa considerará para el futuro de la Iglesia.