En su infancia en Afganistán durante el gobierno del Talibán, Nílofar Ayoubi fue disfrazada como niño por su padre durante aproximadamente diez años para protegerla del estricto control de la sharía sobre las mujeres. Después de un incidente traumático, su padre tomó la decisión radical de cortarle el cabello y vestirla como un niño para permitirle vivir libremente.
Durante esa época, Nilofar experimentó la vida de un niño, escapando del control represivo impuesto a las mujeres por la ley islámica. A medida que crecía, llevó una doble vida, participando en actividades tradicionalmente reservadas para los niños, como deportes y juegos en la calle, mientras sus hermanas tenían que adherirse a las estrictas normas de vestimenta y comportamiento.
A pesar de las dificultades, Nilofar encontró confianza en su identidad masculina y construyó una conexión especial con su padre, quien se oponía a las restricciones impuestas a las mujeres. Sin embargo, su vida cambió drásticamente cuando, a la edad de 13 años, experimentó la menstruación y se vio obligada a asumir nuevamente la identidad de género con la que había nacido.
Después de obtener una educación y casarse, Nilofar se convirtió en empresaria en Afganistán, creando un imperio de moda y diseño de interiores. Sin embargo, con la llegada del Talibán al poder en 2021, su familia se vio obligada a huir del país, enfrentando una travesía peligrosa hacia la seguridad en el extranjero.
A pesar de los desafíos, Nilofar ha utilizado su experiencia única para abogar por los derechos de las mujeres afganas y contribuir a organizaciones que apoyan a aquellas que se quedaron atrás. Su historia refleja la complejidad de su identidad y la fuerza que ha desarrollado a lo largo de su vida extraordinaria.
